martes, 26 de abril de 2011

Prematurez (Parte III)


De todo lo que logró angustiarme y aterrarme durante nuestra estadía en la Neo, lo que más, fueron las sorpresas. Es cierto que algunas de ellas eran buenas noticias: "Tu hijo subió 20 gramos hoy, lo hemos pasado de la incubadora a una cunita, hoy ha dejado el oxígeno, está aprendiendo a succionar...". Pero éstas, las sorpresas agradables, no lograban aplacar mi verdadero pánico a las noticias negativas.

Cada noche, al acostarme, pensaba "seguro que si ocurre algo realmente malo, me van a llamar", pero la verdad es que yo no podía distinguir entre lo malo y lo realmente malo o grave. Todo pequeño retroceso, toda sospecha de los médicos de que algo no muy bueno estaba ocurriendo con alguno de mis hijos, lograba angustiarme a tal punto que más de una vez necesité que algún profesional me hablara fuerte y claro para apaciguar las verdadesras crisis de llanto que a veces me sobrevenían.

Mi temor era demasiado grande, había demasiadas cosas que podían salir mal, y la búsqueda de información en internet o ver a los niños de las otras incubadoras que estaban más graves que los míos no me ayudaba en nada.

Cada mañana despertaba sobresaltada y llamaba por teléfono a la Neo temiendo lo peor. No importaba si la noche anterior había dejado a mis tres hijitos durmiendo en buenas condiciones... siempre me perseguía el fantasma de la fatalidad. Estaba francamente aterrada.

En un principio, me asustaban sólo las cosas que podían ocurrir de un momento a otro: las urgencias, pero pronto me empezaron a asustar las sorpresas negativas a largo plazo: las secuelas. Aún hoy, mientras escribo esto, siento cómo mi corazón se acelera de ansiedad.

Me atemorizaba el futuro inmediato, el de mediano y el de largo plazo. Vivía alerta y asustada por lo que pudiera ocurrir con mis tres pollitos tan frágiles e inmaduros.

Sé muy bien que no es lo mismo estar en la situación misma que mirarla en perspectiva 8 años después, razones de sobra tuve para sentirme como me sentí y no me lo reprocho. Sin embargo, si hoy pudiera hablarle a esa Natalia aterrada de la Neo le diría tantas cosas...

Que nada es negro o blanco, que las secuelas a veces son una realidad y te hacen sufrir, pero que el sufrimiento se supera y se sale adelante con amor y paciencia, que se puede llegar a ser feliz y llevar una vida "normal" una vez pasada la tormenta, que la fuerza interior de una madre no se acaba, aunque a veces sientas que no puedes más, que existen alternativas médicas para los niños que no logran salir de la prematurez como si nada, que llega un punto en que amas hasta la discapacidad de tu hijo, que el recorrido es largo pero se sobrelleva mejor si lo haces de la mano de otros que te aman a ti y a tus hijos, que es completamente cierto que "lo que no te mata te hace más fuerte", que buscar ayuda y contención en momentos de crisis es vital, en fin... que nada es para siempre, que la vida avanza y evoluciona, que el alma se cura y que los bebés prematuros se convierten en niños especiales, más empáticos y grandes de alma que otros niños que has conocido antes.

Ya no puedo decírselo a esa Natalia aterrada de aquellos años, pero sí a otras madres y padres que están en medio del huracán. Espero que mis palabras no resulten lejanas y ajenas para ellos, espero llegar con una gota de alivio a sus corazones aterrados.

7 comentarios:

M.Ignacia dijo...

!Cómo me gustaría que tantas familias que pasan un momento similar te leyeran!

Como dijo una amiga al ver las fotos de tu viaje a San Pedro: !Qué grande es el Señor¡...Porque, es cierto, en todo este proceso hay un algo divino.

Un abrazo grande !

Natalia dijo...

A mí también me encantaría que muchos papás y mamás pudieran leer esto...

Y sí, tú y yo sabemos que hay mucho de divino en todo lo que ha pasado en la vida de mis hijos.

Un besito,
Te quiero.

Marina dijo...

El domingo unos amigos nuestros, muy cercanos, nos avisaron que su hijo había nacido, de 32 semanas y pesó 1.200kg, y no pude evitar ponerme a llorar, y recorrer en mi cabeza las dos veces en neo, y todas las internaciones que les siguieron. Y él va a estar bien al igual que lo están mis hijos, pero neo no se olvida, se aprende demasiado como para olvidarse...

Natalia dijo...

Hola Marina. Sí, es verdad que es una experiencia fuertísima. Toda mi fuerza para tus amigos y su hijito.
Cariños.

carmengloria dijo...

De todas maneras es muy útil lo que se pueda transmitir en este tema.... una siente que no está sola y conocer la experiencia de otras familias que han salido adelante facilita el camino... sin embargo, siento que por más que una trate de prepararse no hay caso... es una experiencia tan límite que cuesta compartirla, escuchar, conversar en ese momento... pero es la idea, y de corazón espero que con tus lindas palabras con tanta sabiduría por lo vivido lleguen a otr@s que necesiten apoyo. Para mí son muy terapéuticas y te lo agradezco mucho.

Natalia dijo...

Hola Carmengloria. Estoy absolutamente de acuerdo: el momento es tan intenso que no puedes oír a nadie... no puedes ni siquiera, a veces, llorar. Pero se hace lo que se puede, tal vez alguien lo lea y le llegue al corazón :)

Cariños.

Polilennon dijo...

Es difícil para alguien que no ha sido madre, comprender lo que significa parir y no poder tener a tu hijo cerca, tomarlo, besarlo...amamantarlo.
Mi bebé nació de 28 semanas, luego de eso se las pasó 2 meses en la NEO. Yo también tenia que ir todos los días, dos veces al días a ordeñarme y estar unas horas con él, darle desde lejos cariño...tocar su manita con esa aguja gigante con suero...
Esto lo cambia todo en la vida de una madre, sobre todo primeriza, hace k te aferres mas a los minutos con tu pequeño...cuando al fin, tras haber estado conetada cordón con ombligo, y luego tan lejos dos meses, puedes tomarlo en tus brazos....